#LaOpinionDeColmenares. Urgencia de seriedad para las elecciones

Luís Alonso Colmenares Rodríguez @LColmenaresR
Como colombiano que ha vivido las últimas décadas de turbulencia política y social, reconozco en la columna del doctor Fernando Sánchez Torres, publicada en El Tiempo, un eco de lo que muchos pensamos pero pocos se atreven a expresar: Colombia necesita un líder auténtico de la talla del general Óscar Naranjo.
ES NOTICIA HOY:
Vivimos momentos críticos en la historia de nuestro país. Las cifras de inseguridad nos abruman: más de 13.000 homicidios en 2024, cifras alarmantes de extorsión y una sensación generalizada de que el Estado ha perdido el control. Pero lo que más me preocupa no son solo estas estadísticas devastadoras, sino la falta de seriedad con la cual se está desarrollando el debate político presidencial. Frivolidad.
Es hora de que alguien con la estatura moral e institucional del general Óscar Naranjo le imprima la altura que este proceso necesita. Su eventual candidatura no solo representaría una opción viable de gobierno, sino que obligaría a todos los demás aspirantes a elevar el nivel del debate político, reduciéndolo a los que verdaderamente tienen programa, equipo y trayectoria.
En este panorama de más de 75 posibles candidatos, según las últimas mediciones, es urgente separar el trigo de la paja. Mi propuesta es clara: el debate serio debe concentrarse en máximo cuatro candidatos que cumplan con tres criterios básicos: trayectoria comprobada, programa de gobierno coherente y equipo técnico capacitado.
Vicky Dávila, con su Movimiento Valientes, representa una nueva generación política con propuestas de orden y seguridad. Su experiencia en el periodismo de investigación y su capacidad de movilización ciudadana con un sólido equipo de expertos la posicionan como una voz relevante en el debate nacional.
Sergio Fajardo, que anunció oficialmente su tercera candidatura presidencial, representa la experiencia administrativa probada que le otorga credenciales para el debate serio. En las últimas encuestas, mantiene una base electoral sólida y un discurso centrado en la educación y la transparencia.
Gustavo Bolívar, quien lidera algunas encuestas, aporta la representación de la izquierda con un programa definido. Su experiencia como senador y exdirector de Prosperidad Social, aunque controvertida, le da elementos para participar en un debate serio sobre política social y económica.
Y el general Óscar Naranjo, reconocido como “el mejor policía del mundo”, cuya trayectoria incluye haber sido pieza clave en la caída de los carteles de la droga, director de la Policía Nacional, negociador en el proceso de paz y vicepresidente elegido por amplia mayoría del Congreso. Su conocimiento de los problemas nacionales es indiscutible.
Los demás candidatos, cuya aspiración no va más allá del derecho que tiene todo ciudadano, se quedan en lo que son: ilusos que creen que la presidencia se gana con sueños; locos que confunden notoriedad con liderazgo; payasos que convierten la política en espectáculo; y otro cretino con ánimo de lucro, de los que nunca faltan en la fauna política colombiana, que va es detrás de la reposición de votos.
Esta dura realidad debe ser dicha con claridad. Colombia no se puede permitir el lujo de diluir el debate presidencial entre decenas de candidatos sin propuestas serias. El país necesita concentrar la discusión en las alternativas viables, obligando a la depuración natural del espectro político.
Lo que hace especial la eventual candidatura del general Naranjo no son solo sus logros pasados, sino su capacidad de transformar el debate político. Su presencia obligaría a los demás candidatos a presentar propuestas serias sobre seguridad, justicia y gobernabilidad. No podría haber demagogia barata frente a alguien que conoce los problemas de primera mano y tiene las soluciones técnicas.
Como el mismo general ha expresado: “Un líder está obligado a tener unos anclajes éticos, una gran capacidad de visión y una gran capacidad para trabajar en soluciones”. Esta trilogía de principios, visión y capacidad de solución es lo que necesita el debate presidencial para alejarse de la improvisación y el populismo.
El general Naranjo debería atender el clamor de muchos ciudadanos, para que alguien de su talla le dé seriedad a este proceso electoral. Su candidatura no solo sería una opción de gobierno, sino un servicio a la democracia, elevando el nivel del debate. General Naranjo: su país lo está llamando.
Y como dijo el filósofo de La Junta: “Se las dejo ahí…” @LColmenaresR