Roberto Gerlein “El último de los Mohikanos” (1)
Por Eurípides Castro Sanjuan Doctor en Ciencias Políticas
Como lo expresó proverbialmente su sobrino Jorge Gerlein Jr., en lo político, el senador Roberto Gerlein era el último estandarte que quedaba de su estirpe, por ello utilizamos la expresión que acuñó el escritor James Fenimore en su novela, que refiere las aventuras de un indígena norteamericano entre el valle del río Hudson y los grandes lagos. El título de hoy 23/12/21, comporta también la infalibilidad de pensamiento de quien esto escribe: que el legado y pensamiento de Roberto Gerlein Echeverría no acaba con su marcha a Nirvana en este día, todo lo contrario, por ser consecuente con su formación y por su solidez, perdurará dentro de los colores del tiempo.
Roberto Gerlein, aunque era propietario de su propia escuela política, perteneció en su momento a la escuela del “Acuerdo sobre lo fundamental” del inmolado Líder Álvaro Gómez Hurtado. Ambos tenían el país en su cabeza. Por lo que creo, desperdiciamos la oportunidad de tenerlos en el solio de Bolívar.
Hablar de su hoja de vida es un pleonasmo, porque su vida fue transparente, mostraba sin afán, sus defectos y virtudes. Convencido de su inteligencia y de su exquisito verbo, que eran las únicas armas que blandía en cualquier batalla, fue creando con su hermano Jorge, en el devenir político del país, una gran fuerza electoral. Su estrategia natural era motivar, ayudar y empujar a quien le observaba dotes naturales para la política. De su grupo salieron con fuerza propia, concejales, diputados, representantes a la cámara y senadores. Así llenó de líderes naturales al partido Conservador y a su movimiento “El poder Popular”, estos siempre se sintieron valorados por él y, por ello encontramos personas de generación en generación, demasiado leales con él, que lo acompañaron y siguieron durante sus 50 años de vida política sin titubeos. Por ejemplo, la familia Echeverría de Juan de Acosta, con la Dra. Betty a la cabeza, son 3 generaciones de gerleinistas.
Roberto Gerlein, siempre nos decía que quería que lo recordaran por sus logros legislativos, porque era muy difícil convencer sobre la nobleza de un proyecto de Ley a los tantos congresistas que hacían parte de las dos Cámaras y como si fuera poco, en veces al mismo gobierno. Siempre hacía remembranza sobre la Ley de Sustitución Pensional (considerada como la mejor Ley social del siglo XX) que le garantiza la continuación del pago mensual de la pensión de quien ha fallecido, al cónyuge supérstite o sobreviviente, ello ha evitado la indigencia de personas de la tercera edad. También conmemoraba con mucho orgullo la aprobación de su no menos importante proyecto de Ley que le dio igualdad hereditaria a los hijos matrimoniales y extramatrimoniales. No obstante, fue abanderado como creador y ponente de muchísimas leyes, elegido para dicha tarea por su poder de convencimiento.
Nos recalcaba que el era un hombre “pro-vida”, que a la vida le daría siempre su empeño y fortaleza espiritual, a la muerte, no le daba nada. Por ello estaba en contra de la legalización de aborto, de las guerras y de la eutanasia, ni de los matrimonios con perspectivas y expectativas estériles.
El presidente Santos con sus ministros, alguna vez, sutilmente les manifestó a los senadores, la inconveniencia legal y sobre todo para la salud de la hacienda pública, de que se aprobara el proyecto de Ley sobre el matrimonio entre parejas del mismo sexo, que cursaba en el congreso. Teniendo en cuenta su talante, sus convicciones y su verbo, esa charla lo dejó pensativo al senador Gerlein, por lo que se apropió del tema, lo vimos haciendo investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre el asunto; sobre la incidencia económica, social y política del mismo; precisó apartes de la Biblia, del pensamiento sociológico y religioso de la familia colombiana, de la cultura conservadora de la nación; de las leyes civiles al respecto; de las costumbres de la población LGTBI; y, bueno, también el afianzamiento de sus propias convicciones dadas por su formación y en honor a su partido.
Luego del debate que botó esquirlas de fuego por doquier, que se leyó y escuchó hasta en ruso, tanto, que fue el tema de las grandes cadenas de televisión en el mundo, lo visitamos en su apartamento, preocupados por su seguridad, debido a la posible belicosidad de algunos grupos que presuntamente se pudieran sentir aludidos con el discurso que sepultó el proyecto de ley mencionado y, porque además, podía reducir sus posibilidades de reelegirse en el fuerte debate electoral que se avecinaba para elegir el nuevo Congreso. Lo encontramos tranquilo, con fe en sus convicciones. Nos dijo con la tranquilidad y la pausa de siempre: “No se preocupen, cualitativa y cuantitativamente no voy a perder muchos votos. Primero porque no estoy en contra de las preferencias sexuales de cada cual, allá ellos. Me opongo como buen cristiano es al Matrimonio civil y/o religioso entre dos hombres. Es más, tengo buenos amigos que son gays confesos y no me han reprochado nada, a estos, los tiene sin cuidado el tema. Fíjense de este dato: solo menos del 5% de la población colombiana es gay, de ese ínfimo porcentaje, menos del 0,3% se quiere casar, es decir no les importa amarrarse, toda vez que una gran cantidad vive en promiscuidad y se sienten cómodos y además, porque otro gran porcentaje de ese 5% no van a salir del clóset”.
Le preguntamos entonces, ¿por qué había escogido en su disertación la palabra “excremental”, que todavía retumbaba en las paredes del capitolio? Nos manifestó de la manera mas sencilla y particular lo siguiente: “hombe, porque si no la digo, nadie se hubiera enterado del debate, y este hubiese pasado sin pena y sin gloria”.
ROBERTO GERLEIN como siempre, tenía razón. En el siguiente debate electoral obtuvo más de 150.000 votos y fue el Conservador más votado.
Cómo decía mi tío Kasimirito Barragán: Roberto Gerlein, “no te has muerto, solo te nos adelantaste a una mejor vida”. Que brille para él, la luz perpetua. Te recordaremos por siempre.