Palabras del Presidente Gustavo Petro en la posesión de Patricia Tobón, como Directora de la Unidad para las Víctimas
Indudablemente aquí estamos ante un reto. Hasta lo que se ha hecho en este momento, en relación a la indemnización, la reparación integral de las víctimas en Colombia, es casi nada.
Pensado, desde el punto de vista del cronograma que se ha realizado hasta la fecha, duraríamos casi un siglo en reparar las víctimas actuales, lo cual significa que no ha existido la voluntad política de hacerlo.
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Y, básicamente, porque un núcleo fundamental de esa reparación tiene que ver con la restitución de las tierras, que aquí otro miembro de la comunidad indígena se hace responsable de ello, porque al final este conflicto, esta violencia permanente, tiene que ver con la tierra en Colombia, y ese núcleo central del conflicto no se ha resuelto en este país; mantenemos en las élites sociales de Colombia, en quienes han dirigido el país, una mentalidad feudal alrededor de la tierra, premoderna, arcaica y sanguinaria.
Y eso ha impedido el desarrollo del país, incluso desde el punto de vista del capitalismo mismo, como lo he dicho en la campaña y en varios de mis discursos e intervenciones. El país no se desarrolla por eso, por una mentalidad premoderna que tiene poder y que se concreta en una tenencia absolutamente inadecuada de la tierra, completamente irracional, desde el punto de vista de las necesidades humanas y desde el punto de vista de la construcción de un país democrático.
Y a partir de allí se fueron generando, como en la cebolla, oleadas y capas de violencia que cada vez hicieron de esta realidad del país un tema muy complejo, difícil, un nudo gordiano. Para poder desenvolver parte de tirar la pita para desatar el nudo gordiano es reparar integralmente las víctimas de Colombia.
Las víctimas de la violencia que han sido el Estado, que han sido las guerrillas, que han sido de los grupos paramilitares, que son hoy, y desde hace algún tiempo para acá, víctimas del narcotráfico mismo, de sus formas cambiantes y transformadas de organización, antaño unos clanes urbanos, después, ejércitos paramilitares que actuaban conjuntamente con secciones del Estado; después, grandes organizaciones multinacionales y multicrimen, que hoy tiene control territorial y que, también, buscan la cooptación del Estado una y otra vez, porque al final sus negocios se desarrollan matando gente y cooptando el Estado.
La Unidad de Víctimas no se ha desarrollado en el país en la capacidad que debería tener, básicamente, porque no se ha querido hacer la paz realmente en Colombia; porque hay una manera de gobernar en medio de la violencia; porque hay una manera de concentrar riqueza en medio de la violencia y gracias a la muerte.
Y es muy cómodo, desde esa perspectiva, mantener una acumulación de riquezas, mientras la gente se muere, se mata, se autodestruye y van dejando un reguero, una estela, como en el mar, de muerte y desangre.
A nosotros nos corresponde hacer el cambio, quizás en cuatro años no podamos hacer lo que se podría hacer en décadas o con este cronograma y con este tipo de organización institucional, tendría que hacerse en un siglo, en dos siglos, pero es nuestro reto.
Eso significa una manera diferente de mirar el presupuesto, tema que ya, prácticamente, entra en discusión. Si allí no hay un cambio en la mirada presupuestal, no va haber un cambio en nuestra actitud respecto a la reparación de las víctimas y, consecuencia de ello, también implica una potencialidad, que tanto la Agencia Nacional de Tierras, como la Unidad de Restitución de Tierras, como la Unidad de Víctimas, tienen que tener.
Lo que al final hay una serie de organizaciones estatales enormes que deberían disminuir, porque no son la prioridad; y hay otras organizaciones del Estado colombiano raquíticas, que son las que deberían crecer de acuerdo a las necesidades, si es que estamos hablando de un cambio.
Yo estoy hablando de un cambio, el electorado, que se expresó el 19 de junio, está hablando de un cambio; la sociedad, en realidad, quiere un cambio.
Y no solamente es un problema de deseos y de querer, es un problema de necesidad imperiosa, un imperativo categórico, como diría (Immanuel) Kant, el que tiene la sociedad y el Estado de Colombia que cumplir, en la medida en que el cambio es imprescindible.
Entonces, a María Patricia Tobón Yagarí, como indígena, le corresponde asumir esa responsabilidad que otros no supieron asumir, y sacarla adelante, con nuestra ayuda, con la ayuda del Presidente, ojalá con la ayuda del Congreso de la República, ojalá con la ayuda de la sociedad.
Sin la sociedad no hay nada que hacer, es la fuerza comunitaria, es la fuerza de la comunidad, es la fuerza de la base de la nación, que es la sociedad la que nos puede permitir la magnitud de los cambios en Colombia.
Si la sociedad no quiere, no los habrá; si la sociedad quiere, los habrá, y si la sociedad quiere que sean profundos, serán profundos.
La voz que se expresó el 19 de junio dice que deben ser cambios profundos, así que, bienvenida María Patricia al Gobierno, a este reto, a esta enorme responsabilidad frente a tu comunidad, frente al país, frente a la nación, incluso, frente al mundo, porque el mundo está mirando si somos capaces de reparar a las víctimas de la violencia o no.
Así que, una felicitación para tu familia, para ti, para las comunidades indígenas que aquí se hacen Gobierno, que es una nueva agenda que no estaba muy en la agenda tradicional indígena, pero hoy son Gobierno en Colombia.
Y para las demás comunidades que se han hecho presente, gracias.