Columna de opinión Miércoles:Con el agua hasta el cuello y sin ayudas
Por José David Name Cardozo
Senador de la República
Partido de la U
Con el paso de las horas va aumentando el número de familias damnificadas y afectadas por la desenfrenada ola invernal en el Atlántico. Las múltiples emergencias han superado la capacidad de respuesta de las autoridades departamentales, que hacen lo que pueden, mientras esperan el cumplimiento de las promesas de ayuda por parte de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGRD) y el Gobierno Nacional.
El rápido aumento de los niveles del Embalse del Guájaro, que esta semana superó en más de 17 centímetros su cota de desbordamiento, establecida en 5.20 metros sobre el nivel del mar (msnm), tiene en alerta a las autoridades y en vilo a los habitantes de cinco corregimientos de Sabanalarga, Repelón y Manatí. Los pobladores se encuentran desesperados en medio de la tristeza y el dolor al ver bajo las aguas; sus casas, enseres, cultivos y los esfuerzos de toda una vida para hacerse a una condición digna.
A pesar de que las autoridades departamentales, realizaron la apertura controlada de las compuertas en el corregimiento de Villa Rosa, en Repelón, con el fin de bajar los niveles, el embalse sigue creciendo. Las labores de drenaje, los muros de contención y las barricadas con las que se busca mitigar los efectos de la ola invernal, han sido insuficientes para frenar el paso del agua, que sigue entrando sin contemplaciones.
Mientras crecen las necesidades humanitarias en seguridad alimentaria, salud, agua, saneamiento, higiene, y se presentan nuevas inundaciones, desbordamientos, deslizamientos, entre otros fenómenos, la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo se mantiene cruzada de brazos, haciendo el mínimo esfuerzo.
De acuerdo con la Subsecretaría de Prevención y Atención del Riesgo del Atlántico, en el mes de octubre se han registrado 3.051 familias afectadas en 15 municipios. La alta vulnerabilidad que mantenemos ante los eventos generados por las lluvias y el sombrío panorama que se avecina, nos exige repensar las acciones de prevención y preparación que se están realizando en el país para mitigar el impacto del cambio climático, así como también ir atendiendo las urgencias que se están registrando. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), vienen jornadas muy lluviosas y persistentes en el Caribe con una intensidad que podría alcanzar los límites de 70%.
Una vez se declaró la alerta roja para el Embalse del Guájaro, el pasado 5 de octubre, la UNGRD se comprometió en el envío de una tractobomba y los recursos financieros que se necesitan para la instalación de motobombas las 24 horas del día, además de ayudas para las familias damnificadas. Pero luego, en una reunión con la Gobernadora y los alcaldes de las poblaciones más afectadas, el director de Gestión del Riesgo, Javier Pava, dijo que el apoyo no será inmediato. Entonces: ¿Para cuándo serán las ayudas? ¿Cuándo tengamos una tragedia peor que la de 2010?.
Acompañamos la solicitud de la Gobernadora, Elsa Noguera, al Gobierno Nacional de declarar la emergencia invernal para que se pueda acceder a ingresos que permitan ejecutar las obras necesarias y destinar ayudas a las familias damnificadas. Estamos de acuerdo en que se busquen soluciones definitivas como la reubicación de viviendas y la delimitación de zonas de riesgo que permitan prevenir futuros eventos de desastre, pero mientras tanto hay que evitar que la actual emergencia sea peor.