El Trasfuguismo o sabaleo
Por Euripides Castro Sanjuan
Doctor en Ciencias Políticas
No importa como se le llame a esa práctica indolente de algunos políticos de pegar saltos de un partido a otro, cual paracaidistas sin brújula ideológica que los identifique. En la región del trigo, la arepita y las papas “chorriadas”, le dicen “voltearepismo”. Los Caribes, por obvias razones de visión, le llamamos a esa conducta “el salto del Sábalo”, o simplemente “sabaleo”. La falta de fundamento filosófico por la que se asume esta conducta, es debido a que el hombre por antonomasia es individualista, se convierte en sociable por necesidad. Deviene entonces que la individualidad que poseemos es deficiente en cuanto al orden social, que es de carácter forzoso y de necesario alinderamiento, en tanto, los partidos se nutren de personajes, de solares en las que cada uno se cree figura y aportan sus energías para obtener el poder y sostenerlo.
Los partidos políticos entonces, se conforman a partir de hombres que se presumen libres y que se unen para buscar un bien común, ello en razón de la romántica teoría. Lo que al final conforma la relación sociedad-Estado, que es motivada por individuos que tratan de ser pares a pesar de su naturaleza asceta. De allí la reflexión de Aristóteles, cuando define al hombre como “zoon politikón”, es decir, un animal político que se agrupa por necesidad. Los partidos tienen un norte filosófico que propone alternativas de mejor vida social con premisas de orden económico. Entonces quien acude a un partido en particular es porque debe concordar con su ideología, lo raro aquí es que izquierdistas militan en partidos de ultraderecha, o de blancos e indígenas quitando los espacios a los Afro en los partidos de negritudes, o viceversa.
En Colombia ya se vilipendia esta premisa ideológica, solo pocos políticos se salvan, toda vez que uno no ve verdaderos líderes que enarbolen hasta la muerte las banderas de sus partidos, quizá porque nunca se han detenido en estudiar la génesis de estos y mucho menos asimilan su filosofía. Van de un lado para otro, cambiándose de partido como cambiarse de ropa. Solo prima el interés particular, aquí falta una disciplina política.
Pero esto no es nuevo. Desde la época de la post-independencia administrativa de España, en la época del sangriento general Tomás Cipriano de Mosquera, del ala más radical del Liberalismo, cuenta la historia que cuando a éste, no le convenía un gobierno, reunía a los peones de sus fincas para que a sangre y fuego depusieran al presidente del momento. En una de esas tomas del poder, el general Mosquera nombró Secretario de Hacienda de la República a Rafael Núñez, en ese entonces perteneciente al partido Liberal. Tiempo después y al cabo de la Batalla de la “humareda”, asumió Rafael Núñez, como presidente de Colombia, ungido y vitoreado por el partido Conservador, quien ganó dicha batalla.
Deben existir, como es obvio, diferencias ideológicas entre el Partido Conservador y el Partido Liberal, partidos que son los más tradicionales en Colombia y que han aguantado los avatares de la historia política aquí, pero se parecen y se confunden tanto, que los unos son lo que los otros deben ser, y viceversa.
Los Conservadores en veces parecen Liberales en el sentido estricto de la palabra y los Liberales parecieran tener la ideología universal del conservadurismo. Ejemplos hay: 1. Turbay y Belisario. El primero siendo Liberal expidió un estatuto de seguridad más represivo que el del dictador Pinochet. En cambio el segundo invitó a los insurgentes a una paz concertada, con el “si se puede”. 2. Leiva Duran de raigambre conservadora frente a Uribe de prosapia liberal, sobran comentarios. 3. Álvaro Gómez era un demócrata con ideas de Estado muy sociales, etc, etc.
Esto del sabaleo no se queda ahí, ya hasta existen distintas formas de trasfuguismo, algunos le llaman “realinderamiento”, pero también hay algunos de carácter simpático, como el del “sabaleo moribundo”. El Dr. David Turbay, expresaba en un discurso que su papá en el lecho de enfermo y al ver la muerte tan cerca, llamó a sus hijos y les manifestó: “Hijos, quiero confesarles, que desde hoy pertenezco al glorioso Partido Conservador”. Todos perplejos y sin salir de la sorpresa le preguntaron al unísono: “Padre, (¡!) pero, si usted ha sido un furibundo militante del partido Liberal desde siempre ¿por qué en las últimas ese raro sabaleo?”. El señor Turbay les contestó, ya sin fuerzas como si su alma se escapara: “Es que como ya me estoy muriendo, prefiero que se muera un Conservador y no un Liberal”.
Por último se da también el “sabaleo sabio”. En cierta ocasión, le preguntaron dentro de una entrevista al caricaturista de estirpe conservadora, el famoso “Osuna” del Espectador, ¿Para usted qué es ser Conservador? Y rápidamente respondió: “No hay dudas, un Conservador es un Liberal inteligente”.
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