Luto en el folclor vallenato: falleció Adolfo Pacheco Anillo
Hoy, el folclor está de luto, murió a la edad de 82 años el cantautor de los Montes de María, Adolfo Pacheco Anillo, quien hizo historia en el mundo musical con temas como “La Hamaca Grande”, “El Mochuelo”, “El Cordobés” y otros tantos éxitos inspirados en la Sabana de Bolívar.
Pacheco Anillo, se accidentó en la vía que de Bolívar conduce a Barranquilla, donde residía el juglar.
El deceso de Adolfo Pacheco fue confirmado por sus familiares quienes le acompañaban en la lina General del Norte de la ciudad de Barranquilla donde había sido recluido por las afecciones que le causó el accidente.
El maestro Adolfo Pacheco Anillo, nació en San Jacinto Bolívar el8 de agosto de 1940, fue un músico compositor y cantautor de vallenata-sabanera.
Fue uno de los más representativos de la música de acordeón de las sabanas de Bolívar y los Montes de María. El juglar desde muy niño con las influencias de su abuelo Laureano Antonio Pacheco, tocador de gaita y tambor, empezó a mostrar sus dotes de compositor y el primer verso que hizo a los seis años, es un canto indio en ritmo de puya “Mazamorrita cruda”. Este no sería más que el comienzo de una fascinación por narrar en sones, puyas, paseos, cumbias y merengues, las vivencias del sabanero mayor, como también es conocido el juglar.
Aunque su padre nunca estuvo de acuerdo que Adolfo Pacheco se dedicará a la música, esta se convirtió en su medio de vida.
Pacheco, estudió Ingeniería Civil en Bogotá, pero no terminó debido a la crisis económica que afectó a su familia. Sin embargo logró titularse como abogado en Cartagena, titulo que logró cuando ya gozaba de la fama con composiciones que se internacionalizan como la “Hamaca Grande”, “El Mochuelo” y “El Viejo Migue”.
En el 2005 la Fundación Leyenda Vallenata lo declaró como compositor vitalicio. El Maestro Adolfo Pacheco logró convertirnos a todos con la hamaca grande y sus composiciones, en hijos de una región con una riqueza cultural, que a través del vallenato y la música de acordeón trascienden las barreras regionales y suprime lo particular para convertirlo en elemento identitario nacional, tal cual lo declara la UNESCO (2015) como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, en la que resalta que estas son “canciones de los vaqueros del Magdalena Grande, cantos de los esclavos africanos y ritmos de danzas tradicionales de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.” Una reseña que obvia que la música de acordeón y su variante el vallenato, es un universo musical de ritmos afro antillanos e indígenas, que, mezclados en un sincretismo cultural con la herencia española, se encuentra diseminada por toda la región en la cual “la música, elemento nuclear de la cultura caribeña, sonora por naturaleza, como el mar, con gran frecuencia, ocupa un lugar central” (Castillo,2010). Y desde ahí se desborda hacia lo nacional, nutriendo vitalmente el espacio cultural de llanuras, valles, montañas, altiplanos y selvas que conforman la geografía nacional, y en medio de esta diversidad cultural regional, logra erigirse y despuntar como el género musical más internacionalizado de Colombia.
Paz en su Tumba