#LaOpinionDeColmenares Teletrabajo en casa y remoto
Luís Alonso Colmenares Rodríguez @LcolmenaresR
Decir que la pandemia del coronavirus nos cambió la vida se volvió un lugar común. Resulta obvio hasta pensarlo. Pretender siquiera negarlo es como estar viviendo en otro planeta.
Y uno de los aspectos de la vida que cambió de manera radical son los modos de trabajar sin tener que estar en las oficinas: Teletrabajo, trabajo en casa y trabajo remoto.
Desde el año 2008 ya se había reglamentado el teletrabajo a través de la Ley 1221, y con ocasión de la pandemia se expidió la Ley 2088 por la cual se regula el trabajo en casa.
Adicionalmente, está en trámite de sanción un texto de reciente aprobación contenido en el proyecto de Ley 192 de 2019 Cámara – 274 de 2020 Senado, por medio de la cual se crea el trabajo remoto.
Son tres leyes que van en la misma dirección, pero de manera complementaria: regular la forma de trabajar desde un lugar diferente a las instalaciones del empleador.
El teletrabajo consiste en desempeñar actividades remuneradas utilizando como soporte las tecnologías de la información y comunicación (TIC) para el contacto trabajador/empresa, que no se requiere de la presencia física del trabajador en un sitio específico de trabajo.
Por su parte, el trabajo en casa nació a la vida jurídica con ocasión de la pandemia del coronavirus, ante la falta de un marco normativo que regulara la migración de los trabajadores a las casas, como medida preventiva y de mitigación del contagio, pero no es lo mismo que el teletrabajo sino una modalidad de trabajo ocasional.
El trabajo remoto lo promovió en el Congreso el representante guajiro Alfredo Deluque Zuleta, y cuya ley está próxima a ser sancionada por el presidente de la República, tiene características distintas al teletrabajo y trabajo en casa.
Se llevará a cabo la ejecución permanente del contrato de trabajo, pactado de manera voluntaria entre las partes, y se podrá desarrollar a través de TICs o cualquier medio que permita cumplir con la labor contratada de manera remota, con equipos que deben ser suministrados por el empleador, que además deberá cubrir los gastos para el pago de servicios de internet y energía, según el salario del trabajador.
El trabajo remoto es un avance extraordinario, tanto para el patrono como para el trabajador; y tendrá un efecto positivo en la reducción del desempleo por la vinculación de un contingente que no puede trasladarse a las empresas por cualquier circunstancia, pero que son personas útiles para la economía.
Sin duda que estas formas de trabajo, como consecuencia, deben contribuir a la transformación digital del país, pero también deben generar beneficios en la medida en que permita aumentar el rendimiento, mejorar la calidad de vida y ahorro en tiempos de los desplazamientos entre hogar y oficina; pero además el ahorro en costos de combustible o pagos de transporte, mejoramiento de la movilidad mediante la reducción del tráfico asociado a las jornadas de trabajo, reducción del estrés, reducción de la contaminación y consumo de energía en las oficinas, más tiempo para la familia y actividades personales.
Pero como nada es perfecto, puro y sano, todo tiene sus pros y sus contras.
Estas nuevas modalidades de trabajo también le pueden hacer perder la motivación al trabajador ante la falta de relaciones sociales con los compañeros de trabajo. Las ciencias sociales han demostrado la necesidad de integrar a los trabajadores en la empresa y evitar la pérdida de la sociabilidad.
El hecho de vivir solo y pasar todo el día encerrado trabajando en la casa puede crear problemas de carácter sociológico a la vida de las personas.
La frase del filósofo Aristóteles se reivindica en el sentido de que “El hombre es un ser social por naturaleza”, de tal manera que no es conveniente concentrarse exclusivamente en la casa como sitio de trabajo, sino que se hace necesario combinarlo con un café internet, una biblioteca, o sitios similares que permitan la variedad del sitio de trabajo.
Por eso no se debe dejar de organizar las celebraciones, reuniones con amigos, o hacer nuevas actividades cuando se terminen las labores en el trabajo, aprovechando que se acaba la esclavitud del horario en el trabajo.