Cuando el reciclaje se volvió canción
En video conoce la historia de un músico baranoero que contribuye al medio ambiente a través de un colectivo que transforma elementos reciclados en instrumentos musicales.
Por María José Martínez y Alejandro Manjarrez
Especial para Alternativa Caribe
Eran los tiempos del colegio cuando ocurrió el accidente, Gerardo Cepeda se encontró con la música, una asignatura pendiente que lo estaba llevando a perder el año por la ausencia de un instrumento musical, pero antes las dificultades económicas en su familia no había tregua con el compromiso escolar y en medio de la escasez, la necesidad de ganar el año hizo buya y con un préstamo entre amigos cambio los cuadernos por partituras y las letras por notas musicales hasta que llegó el día de devolver lo prestado, entonces un tubo de pvc se convirtió en su salvación.
Son más de 20 años en la música y Gerardo recuerda como si fuera ayer que hacia el 2000 construyó su primer instrumento musical con material reciclado, una gaita que le dio incontables alegrías entre ellas la oportunidad de enseñar a otros sus saberes y fue así como llegó hasta El Salado en los Montes de María en el departamento de Bolívar, una zona que se dio a conocer en el país por el conflicto armado y por sus gaitas que nunca dejaron de sonar a pesar de la masacre que cometieron grupos al margen de la ley y Gerardo llegó hasta ahí para brindarle a los niños y jóvenes una oportunidad de vida a través de la música, sin embargo la escasez volvió a descubrir su rostro en este capítulo pero nada fue impedimento para elaborar gaitas con elementos reciclados y continuar el procesos de formación de los niños de la zona.
“Paradójicamente los instrumentos reciclados que yo hago pues me han llevado más lejos que los instrumentos convencionales”, manifestó Gerardo sin titubear y es que gracias a la elaboración de instrumentos con material reciclado Gerardo conformó el colectivo musical “Tiesto” y ya no solo fabrica gaitas, sino guitarras, tambora, güiro, entre otros instrumentos que le han permitido llevar el mensaje del cuidado del medio ambiente a diferentes zonas del país y en el exterior.
Una caja de computador portátil y madera conforman la “caja tarra” que suena como una guitarra convencional, mientras un tanque de cartón prensado, láminas de acetatos y cinta pegante transparente permiten escuchar los sonidos de una tambora, en medio de la interpretación que hace cada músico con su instrumento recuerdan que antes de empezar a sonar la primera canción la gente los miraba raro hasta el punto de compararlos con la banda de la vecindad del chavo del ocho, pero una vez comenzaban su presentación las burlas se convertían en aplausos de reconocimientos para los artistas que a través de la música demuestran que reciclar vale la pena.
Por eso, ya es parte de la cotidianidad en una de las vías principales de Baranoa que en la casa que lleva por nombre Villa Caimán, cinco músicos organicen un pequeño sonido y al contar regresivo interpreten el lenguaje universal con instrumentos conformados por lo que la gente llama ‘tiesto’ pero que ellos le han dado el valor de identidad sonora en armonía con el medio ambiente.