El líder es Petro no el Petrismo

Por Alfonso Camerano Fuentes Abogado Especializado Derecho Electoral
La elección de Gustavo Petro representa el más grande salto que haya dado el pueblo colombiano en los ultimas décadas de nuestra historia.
El proyecto político es de esencia democrática, así lo muestra el Programa de Gobierno a punto de aprobarse en un Congreso de la República en su primera prueba de fuego: La Salud.
Sabemos que haber ganado la Presidencia de la República no significa haber conquistado el Poder Político, y ese entendimiento también nos impone dar una segunda confrontación para lograr una mayoría negociada.
El punto de equilibrio político, demarcado por una raya que deslinda lo propuesto en el Programa de Campaña de aquello que, después del debate ante el país, se alcance a sostener, como aporte democrático, metida la mano de los opositores, lo conducen los generales del proceso político, en cabeza del Presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, y de quienes lo rodean, a su voluntad.
En este sentido, asistimos a un proceso que se asienta más en el liderazgo de su primera voz, Gustavo Petro, a quien el pueblo colombiano, aceptó para conducir este gobierno de profundo calado revolucionario, en la medida en que su programa de gobierno se inserta en la necesidad de llegar a los más empobrecidos y marginales de la sociedad.
Como todo proceso, tiene contradicciones.
La lucha del pueblo colombiano es larga, viene desde antes de la colonia, tiene un acumulado histórico que nos enseña y permite ser críticos para avanzar.
Además el proceso es contradictorio, desigual y colectivo.
A los líderes no se les puede convertir en caudillos, portadores de la verdad absoluta, o generadores de liderazgos postizos que puedan imponerse a las comunidades.
En este sentido, las credenciales no son fuente de liderazgo si quien la porta no convence con la palabra y los actos.
Cuantos no hemos visto pasar por el Congreso de la República o por las Corporaciones públicas incluso, por la Presidencia de la República, que resultaron un fiasco o una decepción?
Fue a Alfonso López Michelsen, el fundador del MRL, el mismo que decía “pasajeros de la Revolución, subid a bordo”, con Luis Villar Borda, Rámiro de la Espriella, Álvaro Uribe Rueda, Aniano Iglesias, Nacho Vives, a quien se le hizo el Paro Civico Nacional, y quien terminó reprimiendo al pueblo colombiano. Demagogia y Represión, fue el bautizo que nuestro pueblo le dio a esa decepción.
En esa línea apoyamos el gobierno y el programa de Petro sin hacer Petrismo en las regiones, lo cual significa varias cosas:
No hacemos parte de este proceso político porque seamos “amigos” del círculo de Gustavo Petro, nuestro Presidente.
No hicimos parte de la corte de quienes desde Barranquilla y otros departamentos del Caribe se fueron a Bogota a ocupar cargos en su gabinete de Alcalde.
Tampoco de quienes se fueron detrás de Nicolás Petro para llegar al oído del padre – candidato y a partir del 7 de agosto, del padre-presidente de la República.
No hacemos parte de listados de nombrables en juntas directivas de la Cámara de Comercio ni de la Junta de Monómeros Venezolanos, ni vendemos Úrea, ni amagamos en la Triple A, ni de ninguna otra.
No aspiramos a que nos dé el visto bueno en esta lucha política que empezamos antes o concomitante con nuestro líder Gustavo Petro, a quien, en buena hora, encontramos en el camino, y respetamos y respaldamos por encima de los accidentes de ruta o de las contradicciones normales que se deben tener entre quienes ejercitamos la política por convicción y vocación, jamás como negocio no como forma de ganarnos la vida.
Lo que sí no puede nadie es callarnos, impedirnos criticar, obligarnos a tragar entero, y mucho menos “nombrarnos” a quien debemos seguir, aplaudir o acatar, menos si no tiene la autoridad política, moral y práctica para ser conductor de este proceso. Eso se gana en la lucha.
Abordaremos este proceso local con energía, dispuestos a ganar la Gobernación, Alcaldias, las curules de diputados y concejales, con nuestra gente, concertando alianzas de cara a nuestro pueblo, escuchando a la base; respetando las curules sin hacer pleitesía a nadie, bajando el plan nacional de desarrollo, defendiéndolo, pero sin arrodillarnos a nadie, ni tener de líderes a quienes no se han ganado ese honor que solo da el pueblo a quienes reconoce como suyos propios.