Incidencia del ciclismo en el debate electoral (2° parte)

Por Euripides Castro Sanjuan Doctor en Ciencias Políticas
Ya habíamos hablado en la anterior entrega, de cómo la estrategia del deporte del Tejo ha incidido en las costumbres electorales de nuestro país, por sus elementos constitutivos: el fierro o balín lanzado que hace que la mecha en el barro estalle, produciendo un ruido de cañón. Por ello no es coincidencia que el tejo haya sido declarado por Ley, el Deporte Nacional.
ES NOTICIA HOY:
Estos principios que han sido captados por el imaginario colectivo, académico y político, parecen guiar los debates electorales en nuestro país. Pero sigamos con otra práctica física que en los andes colombianos consideran otro deporte nacional. Es el caso del Ciclismo.
Vemos como los tour, los giro o las vueltas geográficas en carreteras, se parecen muchísimo a las estrategias enarboladas por las elites colombianas para optar al poder y para mantenerlo.
En el tour como en el debate, la primera etapa, casi siempre contra reloj por equipos, va ubicando a cada uno en su vera y mostrando a los líderes de cada escuadra. Los gregarios son los que se muestran para cuidar a los verdaderos capos. Los van llevando con sumo cuidado, para evitarles caídas o que los golpee la brisa, por ejemplo.
A medida que transcurre las etapas de carrera, el lote de partida se va alargando. Algunos se van quedando relegados y otros se retiran porque la lucha es dura y no les alcanza las fuerzas.
En las primeras de cambio, algunos gregarios alborotadores “saltan” y se fugan, mientras el lote parece impasible. Los capos los dejan ir unos kilómetros y minutos “de gabela”, porque al parecer no revisten peligro para las aspiraciones de los líderes de los equipos.
Esas escapadas son “escaramuzas pendencieras” que no afectan a los favoritos. Por ello faltando unos 20 km, el lote de persecución da captura a los fugados. Todo vuelve a la normalidad y son los capos los que imponen el ritmo.
Luego a 1 km de la meta, saltan “los esprínter animadores”, que cruzan la cinta de llegada parcial, pero que casi nunca ganan la carrera. Mientras que los favoritos alcanzan el mismo tiempo, sin hacer el mayor desgaste.
Al abordar los premios de montaña, los escaladores hacen su festín, y como siempre, los capos, capotean la rudeza del recorrido, manteniéndose en el lote de punta, “entreveraditos”. Algunos intentan -aunque en pocas veces- ganar la montaña si el recorrido se los permite.
Ya en las tres últimas etapas, los líderes sueltan sus reservas y van por el título, despegándose del lote y poniendo distancia con los gregarios que se van quedando o renunciando al trámite, “colinchándose” los duros pegados a la rueda, el uno del otro.
Al final solo los favoritos, los que tenían una base, una estructura, un gran equipo y que parecían entreverados iniciales, son los que suben al podio para derramar la champaña.
Pareciera coincidencia, porque es la misma estrategia que utilizan los políticos colombianos para llegar a la Presidencia de Colombia.
¿De qué trata la estrategia de los políticos colombianos? Vemos como en los debates electorales a la presidencia, salen con mucha fuerza algunos candidatos (gregarios); cada partido inscribe los precandidatos y mediante asamblea, encuestas, o consultas internas y populares, muestran a sus sprinters. Este trajín va cansando a los “candidatos gregarios” para que finalmente resulten con fuerza los indiscutibles candidatos, que son los verdaderos “capos” a seguir.
En las siguientes etapas de “la vuelta” ciertos precandidatos relegados deben unirse a los candidatos que tienen mejor acogida. No cabe otra razón.
Algunos candidatos sprinters, aplicando alianzas con escaladores, muestran en las encuestas una efímera acogida. En cambio los favoritos aparecen de segundos, de terceros y hasta en cuartos lugares de las encuestas de opinión.
Por último y después de las elecciones parlamentarias (premios de montaña y metas volantes) se aclara el panorama y solo los candidatos fuertes aparecen punteando las encuestas para la primera y segunda vuelta. Los demás desaparecerán del top 3.
Después de este símil, solo me queda dejar a los lectores en su imaginario y observación empírica, que vayan colocando los nombres de los candidatos comodines que se han visto inmersos en la disputa electoral por el solio de Bolívar y que posiblemente no llegarían; e identifiquen, cuáles serán “los capos” que en la última etapa disputarán las llaves de Palacio.
Al final solo uno tendrá el favor del pueblo y ese dirigirá los destinos del país en los próximos cuatro años a partir del 7 de agosto de 2026.
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