Reducir los impactos económicos
Por José David Name Cardozo
Senador de la República
Codirector del Partido de la U
La desesperación que llega de la mano con el hambre y la incertidumbre está reinando en millones de hogares colombianos, que se sienten lejanos de ver una salida esperanzadora ante esta grave crisis que estamos viviendo. Continuar con el cierre indefinido de sectores estratégicos para la generación de empleo y de valor agregado, significa seguir dandole paso a la desaceleración de la actividad productiva y con ello a la pobreza. Con más de 60 días de confinamiento, hemos tenido suficiente tiempo de preparación para que estos sectores se reactiven de manera adecuada, atendiendo a las medidas y protocolos de distanciamiento social.
La única forma de evitar un peor escenario en el país es realizando la reactivación de todos los sectores de la economía. Hay que impedir que se sigan perdiendo empleos y que se continue conduciendo hacia un abismo económico, no podemos permitirnos tener apagados importantes sectores, que de continuar así no sobrevivirán a esta crisis. Es apremiante darle a todos la oportunidad de hacer su adaptación a esta nueva realidad, que nos exige el convivir con un virus que tardará mucho en perder su fuerza.
La dramática caída que registraron sectores como la industria, el comercio y el turismo durante marzo, es un reflejo de lo que nos espera si continuamos con el aislamiento de la economía. De acuerdo con el Departamento Nacional de Estadísticas (Dane), el pasado mes de marzo, la producción industrial arrojó una caída de -8,9 %, como consecuencia del cierre de miles de empresas. Por su parte, el turismo registró una disminución de los ingresos de -46,9 %, la más baja de la historia reciente.
Las ayudas ofrecidas por el Gobierno a las pequeñas, medianas y grandes empresas han sido insuficientes para aliviar la incertidumbre sobre su futuro. Por otro lado, los subsidios entregados a las familias más vulnerables tampoco han alcanzado para suplir las muchas necesidades que tienen estos colombianos que en su mayoría viven del día a día. Casos como el de Néstor Novoa, el adulto mayor agredido por unos policías cuando vendía productos en las calles son totalmente reprochables por el acto inhumano al que fue sometido y el abuso de autoridad pero también son una muestra de la necesidad de salir a trabajar que tienen la mayoría de colombianos para poder subsistir en medio de la crisis.
El Estado no tiene recursos suficientes para sostener a las millones de familias que hoy se encuentra en riesgo de vivir en la miseria, con el hambre tocando a su puerta. Es pertinente repensar la pronta reactivación de todos los sectores para comenzar a reducir los efectos que ha generado el aislamiento en la economía.
Los falsos mitos y predicciones apocalípticas acerca de la pandemia no han hecho más que atemorizar y crear un aura de terror alrededor del Covid-19, con la que han conseguido paralizar a un gran número de personas. No podemos seguir permitiendo que el miedo acabe con nuestra gente, es el momento de avanzar en una nueva agenda de reactivación económica y de revisar de manera profunda los impactos colaterales que nos ha traído el confinamiento.
Esta no es ni la primera ni la última pandemia que va a vivir la humanidad, debemos adaptarnos y hacerle frente a los impactos económicos que nos está produciendo. No podemos sentarnos a esperar a ver que nos mata primero si el Coronavirus o el hambre.