Calles con herencia cultural en la Puerta de Oro
Por Carlos Rojano Llinás Magister en Ciencias Políticas y candidato a Doctor en Ciencias Sociales
Barranquilla sentó sus bases como una ciudad pujante que literalmente concebía el progreso a toda costa y río. Por el mar y las bocas de cenizas introdujo el avance de todo un país que ha buscado prosperar desde siempre, por lo que no en vano se le llamó la “Puerta de Oro de Colombia”, donde el mar caribe golpea con fuerza y vio cómo se movilizaron las primeras máquinas, los primeros barcos a vapor, la radio, el telégrafo, pero, donde también se dominó por primera vez el aire con los primeros hidroaviones.
Lo anterior, trajo consigo la confluencia de diferentes culturas provenientes de diferentes partes del mundo a asentarse en el mismo territorio, en las mismas calles, conllevando a que los pobladores, norteamericanos, europeos, árabes, masones, católicos, judíos y musulmanes, banqueros, industriales, artesanos, intelectuales, artistas y comerciantes, conformaran una ciudad de gran proyección urbanística, organizada con base en una identidad cultural única.
Tales acontecimientos marcan la historia de la ciudad con una característica muy particular que aún conservan en el recuerdo sus calles: los nombres de las calles y de los callejones de lo que fue la vieja Barranquilla.
Antes de tener una ciudad con carreras y calles para cumplir el artículo 21 de la Ley 40 de 1932, que estableció la obligación del Concejo municipal para numerarlo todo, Barranquilla esbozaba su identidad con los pintorescos nombres de sus calles, representando todas las connotaciones que soportaban sus particularidades, sus personajes y eventos conmemorativos.
Calles como las Vacas, Soledad, Dividivi, Ancha, San Blas, San José y el Limón, hoy 30, 17, 45, 34, 35, 50 y 49 respectivamente, eran muestra del legado histórico y cultural que se asentó por aquellos años. Contaban características históricas de las actividades y dinámicas que tenían y de quienes las transitaban, vivían y trabajaban en ellas. Sin embargo, hoy en día ha parecido quedar en el olvido esa vieja Barranquilla que describía Esthercita Forero, debido a que pocos recuerdan los nombres de las calles y callejones que incluso incidieron en el ordenamiento territorial que tenemos hoy.
Poco a poco, las generaciones que aún recuerdan los nombres históricos de la ciudad perecen y las nuevas generaciones dejan en el olvido las historias sobre las calles que forjaron la urbe que hoy conocen, lo cual resulta preocupante para la identidad y el legado que nos han dejado. Por lo tanto, se requieren esfuerzos de la Administración para recuperar estos valores culturales.
En 1999, el Concejal Carlos Rojano Llinas buscó devolver ese legado a los barranquilleros, consiguiendo la aprobación del Acuerdo 005, de 18 de marzo de 1999, del Concejo de Barranquilla, que presentó, y que buscaba retomar una identificación histórica de las calles y carreras en el Distrito, como un aporte a la herencia cultural a la ciudadanía. Sin embargo, desde entonces dicha tarea no ha sido llevada a cabo por la Administración Distrital y se ha seguido pensando la ciudad como un conjunto con minúsculas partículas, convirtiendo la Puerta de Oro en puertas con números sin identidad en sus calles.
Sin duda, recuperar la identidad histórica de las calles de la ciudad sería un valioso aporte a la cultura de la ciudad y a nivel nacional, pero para ello se necesita que la Administración, de la mano con sus Secretarias, ponga en marcha políticas públicas sólidas que busquen cumplir el Acuerdo. La ciudadanía, representada por el Dr. Rojano en aquel entonces, cumplió con su voluntad de recordar sus orígenes y rescatar estos valores históricos. Queda entonces cumplir con una tarea pendiente desde hace más de 20 años, justo y necesario en una ciudad que requiere mantener su memoria viva para entender lo que fuimos y comprender hacía dónde ir.
Referencias
Acuerdo No. 005. (18 de marzo de 1999). Mediante el cual se recoge y normatiza la identificación histórica de las calles y las carreras en el Distrito Central, como aporte a la herencia cultural del ciudadano barranquillero. [CP Carlos Rojano Llinas]