CRUSOE EN EL ENFOQUE PARTÍCULAR SOBRE LA MORAL Y LA POLÍTICA
“Apartemos los miedos y diferencias filosóficas para construir una sana y productiva convivencia”

Por Euripides Castro Sanjuan Doctor en Ciencias Políticas
Como quiera que en nuestra vida republicana, históricamentese ha dado algunos presuntos “falsos positivos judiciales” y crímenes de lesa humanidad contra virtuales candidatos al solio de Bolívar con calumnias, denuncias, escándalos, “bodegas”, etc, para eliminarlos del juego democrático, es menester entonces hacernos la siguiente reflexión: ¿Será de buen recibo, moralmente hablando, la persecución que se hace a unos actores políticos para sustraerlos de las contiendas democráticas, bien sea endilgándole posiblesilícitos, ya utilizando carteles de presuntos testigos falsos olo que es peor, eliminándoles físicamente, en aras de sostener las mieles y privilegios del poder? O simplemente ¿será quela moral y la política (léase, poder político) son como el agua y el aceite en Colombia?
Al respecto, en charla sobre este tópico sostenida con el maestro Dr. Javier Cerra Betancourt, nos preguntamos: ¿qué es lo que se percibe del término de practicar la Política? En nuestro humilde entender, ésta percepción refiere la manera de cómo se ejerce el poder. O, explicado de la manera más sencilla y llevadera: debe ser el arte de gobernar bien, recta y legalmente.
Obviamente, de aquí se desprende que la política es la que se interesa, como lo expresa Nicola Matteucci “organización del poder y libertad”. Pag. 31 (1.999) no tanto en con “quien”, si no en el “como” se deben guiar a los gobiernos y a los Estados.Es decir se ocupa además, de los procedimientos jurídicos que hacen legal y legítima una decisión del gobernante, en tanto desvela asimismo, los fines que la sociedad políticamente debe asegurar, fundada sobre criterios de participación y “representatividad funcional” y de competencias, como lo diría el maestro Giovanni Sartori.
La moral a su vez suscita en la sociedad, que en nuestro caso aludimos como relativismo histórico, bien como costumbre social que ha sido adoptada culturalmente por el pueblodependiendo de los sistemas o formas de gobierno, o quizá también, como movimiento del “pensamiento de las masas”a los que se refería Marx.
Por ello, entratándose de filosofía y ciencia respecto a la moral política, que aparentemente son “como el agua y el aceite”, se puede establecer lo que los místicos Romanos del imperio concebían en su teología como el dios Jano. Es decir, “la divinidad de las dos caras”. De allí es como analizamos la política con sus dos facetas conductuales: la noble y la perversa, la general y la individualista, la ética y la doble moral. Todo encaminado a la lucha por el poder y parasostenerse en él mismo, con promesas ilusorias llenas de principios filosóficos baladíes que luego la realidad material enseña que no existe posibilidad de cumplirlas, en referencia exclusiva de los gobiernos populistas.
Por ello, desde el surgimiento de las primeras comunidades políticas, se plantea por parte de sus protagonistas, la necesidad de armonizar el ejercicio de la actividad pública con los mandatos superiores de la moral en su sentido más amplio, el de la conciencia del deber ser, por supuesto.
Lo enunciado al principio nos trae a la memoria, el gran cuestionamiento que se hiciera Robinson Crusoe, cautivo en su isla de náufrago perpetuo, que no podía ser otro -ante la aparición en el plano real de otro ser humano en el mismo territorio-, que las referencias lógicas a la moral, a su propia moral, para resolver el nuevo problema que eventualmente le plantearía la convivencia con ese otro ser igual.
¿Tendría Robinson Crusoe patente de corso para suprimir la vida del aparente intruso con el solo argumento de que se trataba de otro ser humano en el escenario vital donde Crusoe realizaba sus actividades cotidianas o de que era potencialmente un enemigo mortal, o apartar los miedos y diferencias para construir una sana y productiva convivencia? Y aun, en el evento que fuera realmente un rival, ¿cuál era el derecho o la facultad que le asistía al primero para arrogarse la potestad de suprimir la vida del segundo?. Y ¿si en vez de un enemigo, la presencia del joven “viernes” en la isla solitaria del pacífico sur, no era otra cosa que una gran oportunidad para construir juntos un nuevo proyecto de utopía?
Los planteamientos de Crusoe, sus juicios, sus meditaciones,son, en el mundo primigenio de la literatura, la primera gran preocupación de un ser humano por ajustar su comportamiento a un canon dado a él mismo desde las profundidades de la conciencia humana, o aún mejor, de su propia conciencia.
El mandato moral que surge desde lo más hondo del ser, en Crusoe, le ordena – sin posibilidad alguna de otra opción -respetar la vida, la valiosa vida de otro ser humano, aun en el remoto evento de que ese otro ser humano pudiera ser un enemigo o pueda tener in pectore, la voluntad lejana de aniquilamiento del circunstancial adversario.
En este caso concreto, la Moral como mandato supremo dirigido a la voluntad del hombre, resulta victoriosa. Robinson Crusoe comprende que no solo será la convivencia pacífica, sino mediante el sometimiento voluntario de la comunidad bajo el exordio de las “reglas eternas de la moral”, por precaria que esta sumisión se produzca.
Entonces, deviene apodíctico, que la Moral Política infiere no solo una corriente comprobable de ideas sociales del conocimiento y de la conducta de los gobernantes, sino más bien es la búsqueda de un tipo ideal, para pensar la realidad histórica en una categoría de análisis, que nos debe permitir sacar a la luz aspectos particulares, aprovechables y valederos de la experiencia social, en la búsqueda de instaurar un orden político mejor. Es decir, seguir buscando un gobierno que cubra todas las necesidades de los coasociados, de manera recta y legal, sin ambages. Esas son las reglas eternas de la moral que nos debe guiar ahora en las profundidades infinitas de la conciencia.
En tanto y en lo político, debemos dejar atrás los laberintos por los que nos condujeron en estos 200 años y buscar ahora,la cima de la democracia, permitiendo que otros, con pensamientos disimiles y hasta contrarios a los nuestros, puedan confrontar en franca lid su idea del Estado o su modelo de desarrollo, para que en realidad gane el mejor y quien mejor lo presente en favor de las masas, no el más tramposo, ni el más mañoso.
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