Balas perdidas, otro reflejo del fracaso en seguridad

En lo que va de 2025, las cifras de homicidios y extorsiones en el Atlántico pintan un panorama desolador y dejan en evidencia la ineficacia de las estrategias de seguridad implementadas por la administración departamental.
ES NOTICIA HOY:
Mientras el gobernador Eduardo Verano De la Rosa y su secretario del Interior, José Antonio Luque Gerosa, se pasean en titulares de prensa con anuncios vacíos y promesas incumplidas sobre millonarias inversiones en tecnología y pie de fuerza —pagadas con la tasa de seguridad que todos financiamos—, la realidad es que la sangre de las víctimas sigue corriendo bajo el fuego cruzado de las organizaciones criminales. Las balas perdidas son apenas otro síntoma del caos.
En los últimos dos meses, tres muertes por este fenómeno estremecieron al departamento:
• El 13 de julio en Soledad, Darianis José Socarrás Prado, enfermera de 28 años, cayó
tras recibir un disparo en la cabeza.
• El jueves pasado en Baranoa, Ariana Sofía Lozada Ruiz, niña de 11 años, fue
alcanzada por una bala mientras hablaba por videollamada con sus compañeros de colegio.
• Un día después en Barranquilla, la víctima fue Mercedes Zambrano, mujer de 82 años.
Las cifras son demoledoras. En 2025, Atlántico ya supera los 700 homicidios, colocándose entre los departamentos más violentos del país. A esto se suma el desborde de la extorsión: entre enero y junio se registraron 670 denuncias, un promedio de casi cuatro diarias. La presión criminal ha obligado al cierre de cerca de 200 tiendas en Barranquilla y su área metropolitana.
El crecimiento es exponencial. En cinco años las extorsiones pasaron de 106 en 2018 a 877 en 2023. Este año, lejos de frenarse, la tendencia sigue disparada.
En enero de 2024, cuando Eduardo Verano inició su mandato, prometió renovación. La realidad es otra: ha fallado en contener la ola delictiva, priorizando inversiones millonarias poco claras en tecnología e infraestructura que no se traducen en resultados tangibles.
El divorcio entre la retórica oficial y la realidad en las calles perpetúa el miedo en las comunidades. El Atlántico no necesita más anuncios rimbombantes: necesita una estrategia integral que enfrente el problema de raíz. Mientras Verano insista en enfoques fallidos, la violencia seguirá cobrando vidas inocentes y la sangre continuará tiñendo las calles del departamento.